Ciprés añejo
Detalle de textura de corteza de ciprés, colono natural de la cordillera.
La corteza de árbol coloca a la naturaleza como uno de los ejes de los relatos, personajes y tradiciones. La textura irregular replica a escala la visión de las quebradas y cañadones del relieve de la montaña.
La pareja
Relato inédito ambientado en la pre-cordillera patagónica que incluye personajes y situaciones características de nuestra región. Las referencias geográficas y culturales reclaman la atención del lector sobre aspectos que no son conocidos. Integra una selección de textos similares en proceso de edición.
La mujer miraba con expresión absorta por la ventanilla del avión. A su lado dormitaba Saúl, su marido. Observó detenidamente sus rasgos duros, las primeras arrugas en ese rostro conocido, las canas prematuras…¿ Dónde se había perdido aquella pasión ?.. Los años de matrimonio esmerilaban los recuerdos y le costaba enfocar alguna situación de esa historia en común en la que no estuvieran peleando, o peor, evitándose, sin hablarse por días, dos desconocidos abandonándose a la inercia de la costumbre de convivir… Ah…si tuvieran hijos… sería diferente. Esa era la clave y su esencia femenina la mantenía esperanzada. Volvió la vista al paisaje: la cordillera de Los Andes era imponente. Mientras el avión descendía lentamente hacia el aeropuerto de Bariloche, pudo ver los detalles de las montañas azules, como un largo saurio agazapado, con la corteza plegada en mil arrugas, extendiéndose hacia el sur… Percibió un reflejo de mar hacia el oeste, muy lejos, antes de que la nave alada rodara por la pista recalentada.
Los cherufes
Texto inspirado en una de las tantas creencias y mitos que sostienen desde tiempo inmemorial la cultura de la gente campesina de la Patagonia, en especial del pueblo mapuche. Bajo el título original de “Las bolas de fuego” integra la obra “Al sur del Paralelo 40° – Doce relatos patagónicos” editada en 2001.
El joven abogado estaba apurado por terminar con esos trámites y volver a la ciudad. No se sentía cómodo entre la gente de campo y mucho menos entre esos paisanos pobres de aquellos parajes perdidos en la meseta patagónica. Y peor aún: la gente a la que tenía que notificar del desalojo era ese grupo patético que se llamaba familia Millamán… No entendía de donde sacaban esas ínfulas y pretensiones de «dueños de la tierra»…
La camioneta iba a los tumbos por la huella angosta y el calor y el polvo aumentaban la irritación del joven. Se afirmó en el asiento y rebajó una marcha, mientras evocaba la reunión que tuviera en sus oficinas con el estanciero, propietario de esos campos.