Pillán
Detalle de pieza de plata.
Figura humana que representa a un titán o guardián de los volcanes, vincula el mito con la nobleza del material y su permanencia a través del artesano platero.
Platería Mapuche
Cortometraje documental, retrato audiovisual del orfebre Héctor Ayala.
Realizado por Jorge Sánchez y Bárbara Erak para quimun.net
Cámara y Edición de Ramiro Ontiveros.
El Bolsón, 2020.
EL VIAJE DEL CHOIKE
(animaciones episodio 1)
Proyecto de serie sobre procesos de mutación y
resignificación de símbolos andinos y patagónicos.
ANIMACIONES: LAURA BONDEL
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Galería de imágenes inspiracionales
Textos acerca de la platería que incorpora ideas escritas, en «Taiñ Kuifikecheyem Ñi Kimün», por los rutrafé Daniel Huencho y Galvez José Juan y los escritos de Juan Painecura Antinao, Silvia Renque y otros peñi mapuches. (descarga libre)
Fuente: fb Antv Wala
https://www.academia.edu/43655955/
Del pectoral de llaηka al sikil
El sikil es el resultado de la evolución del pectoral de runi-runi con llaηka: con la creación del sikil, nace la platería mapuche. Antes hubo objetos de metal – tupu, upül, iwülkuk y trarükuk – los que ataviaban la mujer mapuche desde la época precolombina, pero desde entonces que con los pectorales, los trarüpel y los trarüloηkose puede hablar propiamente de platería mapuche.
Esta evolución implicó la renuncia al color a favor de una sonoridad mucho más agradable y argentina. El cuerpo del sikil puede ser constituido por tubitos de plata (sikil de runi), o bien por láminas poligonales de plata unidas por anillos del mismo material, a guisa de cadena (sikilde placas), que apareció tal vez una decena de años más tarde. En el sikil de placas, la placa superior es de tamaño reducido y la inferior generalmente es ovoide: solamente en época tardía se vuelve trapezoidal. El sikil de runi precede cronológicamente al de placas: cuando aparece esta tipología, el de runi no desaparece, sino vino aumentándose el numero de runi hasta la decena.
La placa final del sikil acogió un diseño cuyo significado simbólico es de mucha importancia para la dueña de la prenda que lo encarga al rütrafeprecisando el símbolo que quiere venga diseñado. Este no es unívoco, sino relacionado al lugar, al tiempo y a la intención misma de quien lo lleva. En términos generales, representa la vida humana en el Nag Mapu, en sus diferentes aspectos. Esta pieza generalmente es más pequeña que la superior y en ella se quiere graficar la vida humana cotidiana y espiritual. Su forma responde también a la necesidad del rütrafe de realizar una pieza cuya forma corresponda a un mensaje espiritual, y que sea también armónica en su aspecto estético.
El simbolismo de la placa final luego se expande a los otros componentes de la pieza y, sobre todo, se fija, se convierte en la expresión de una idea, en una palabra inteligible para quienes tengan el necesario kimun. Sin embargo, el rakiduam de la pieza es comprensible únicamente al rütrafe y a la persona que le encargó la misma. Es decir, los demás con su kimun entienden las palabras, pero nada más que las palabras, mientras el rütrafe y quien comisionó la piezas entienden el discurso que expresan aquellas palabras.
«La joyería Mapuche es que tiene símbolos muy ancestrales, muy repetitivos […] tiene que ver con la cosmovisión […]todas las joyas traen un mensaje.» (Daniel Huencho).
Con la placa final del sikil y su simbología, surge la diferencia entre platero y rütrafe. El primero, criollo, conoce el arte por no posee el kimun ancestral: decora a la pieza que fabrica, copiando símbolos que desconoce. Para el segundo, mapuche, esos símbolos no son meras decoraciones, sino algo sustancial, que discute con la persona que le encarga la pieza que tiene que fabricar, para que la misma encarne el rakiduam de aquella. El pasaje da platero a rütrafe ha sido posible porque durante el siglo XIX se hacen cada vez más numerosos los artesanos mapuches, hasta superar a los criollos.
El simbolismo de la placa final luego se expande a los otros componentes de la pieza y, sobre todo, se fija, se convierte en la expresión de una idea, en una palabra inteligible para quienes tengan el necesario kimun. Sin embargo, el rakiduam de la pieza es comprensible únicamente al rütrafe y a la persona que le encargó la misma. Es decir, los mapuches con su propio kimun entienden las palabras, pero nada más que las palabras, mientras el rütrafe y quien comisionó la piezas entienden el discurso completo que expresan aquellas palabras.
Tiatol
El tiatol es un broche que aparece en el atuendo femenino solamente a comienzo del siglo XX. Es citado por primera vez da Claude Joseph que describiendo las piezas del loηkoAncavil señala la presencia de un «broche que representa a un joven indio a caballo tocando el cuerno, este broche se llama tiatol.». (Joseph 1928:154).
Según Carla Miranda
«esta pieza podría vincularse por su composición al prendedor de tres cadenas, ya que tiene como eje de composición dos pájaros en yuxtaposición, no enfrentados por el pico como ocurre en el pectoral señalado. Comparativamente la figura antropomorfa del centro del tiatol, se traslada en algunos casos a los colgantes de la placa superior.». (Miranda 2014:76)
En efecto, el tiatol parece ser una pieza derivada de la placa superior del keltatuwe, con las dos cabezas de Antüpaiñamku que pueden o no pueden contraponerse.
El tiatol tuvo rápidamente éxito en las mujeres también entre las mujeres no mapuche, y ahora muchas veces resulta imposible distinguir entre las piezas destinadas a la mujer mapuche, y las que se hicieron para el mercado criollo. Además se usaron como broches las placas superiores de muchos sikil y en algunos casos también de keltatuwe, o bien las dos placas superiores e inferiores de ambas piezas, unidas sin las cadenas.
En la figura, tres tiatol de la década de 1920.
1890-1900. Foto de Autor desconocido.
Los Pillañ
A veces puede haber confusión entre los Pillañ y los Ŋen.
Hay dos clases de Pillañ: los que son expresión de las fuerzas de la naturaleza, y los que son los ancestros de cada kuηa (linaje). Los Ŋen son al mismo tiempo jóvenes y ancianos, hombres y mujeres porque aseguran el equilibrio del cosmos y son ellos mismos una forma de equilibrio: por esta razón en las rogativas se les invoca llamándolos fücha, kushe, wenthru y ülcha, no porque cada Ŋen sea cuatro personas diferentes, sino porque al mismo tiempo es cuatro personas, pero sin perder su unicidad. Ŋen y Pillañ sin muy diferentes en su naturaleza y en sus razones de ser.
Veamos por cual razón existen los Pillañ ancestrales.
El primer hombre y la primera mujer vivieron en el Mapu y poblaron las llanuras, las montañas y las orillas de los lagos y de los mares. Las montañas, las llanuras y las aguas obedecieron al mandato de los Ŋen y ofrecieron sus frutos a la primera pareja de hombres: así que ellos pudieron satisfacerse y no padecieron privaciones.
Se unieron Mareupuantü, el primer hombre engendrado por Antü, y Unen Domo, la primera mujer, la waηülen convertida en su compañera por voluntad de Küyén. Cuatro veces se unieron el primer hombre y la primera mujer y cada vez engendraron cuatro mellizas. Diez y seis fueron las hijas del primer hombre y de la primera mujer —así cuentan los antiguos— y también dicen que aquellas se unieron con los animales más valientes y prestantes para engendrar descendientes.
Con el Pillañ que moraba en el cóndor se unió la primera hija de la primera pareja y Antümañke fue el nombre de su primer hijo.
Con el Pillañ que moraba en el puma se se unió la segunda hija de la primera pareja y Melipangi fue el nombre de su primer hijo.
Con el Pillañ que moraba en el avestruz se unió la tercera hija de la primera pareja y Lefchoike fue el nombre de su primer hijo.
Con el Pillañ que moraba en el jaguar se unió la cuarta hija de la primera pareja y Fuchanawel fue el nombre de su primer hijo.
Con el Pillañ que moraba en el guanaco se unió la quinta hija de la primera pareja y Millalwan fue el nombre de su primer hijo.
Con el Pillañ que moraba en el zorro se unió la sexta hija de la primera pareja y Pailangurü fue el nombre de su primer hijo.
Con el Pillañ que moraba en el águila se unió la septima hija de la primera pareja y Lefñamku fue el nombre de su primer hijo.
Col el Pillañ que moraba en la wala se unió la octava hija de la primera pareja y Likanwala fue el nombre de su primer hijo.
Con el Pillañ que moraba en la gaviota se unió la novena hija de la primera pareja y Antükaw fue el nombre de su primer hijo.
Con el Pillañ que moraba en la langosta se unió la décima hija de la primera pareja y Lafchori fue el nombre de su primer hijo.
Con el Pillañ que moraba en el zorzal se unió la undécima hija de la primera pareja y Katrüwilki fue el nombre de su primer hijo.
Con el Pillañ que moraba en la wiña se unió la duodécima hija de la primera pareja y Millawiña fue el nombre de su primer hijo.
Con el Pillañ que moraba en el ratón se unió la decimotercera hija de la primera pareja y Kurdewü fue el nombre de su primer hijo.
Con el Pillañ que moraba en el lobo marino se unió la decimocuarta hija de la primera pareja y Konlame fue el nombre de su primer hijo.
Con el Pillañ que moraba en el tordo se unió la decimoquinta hija de la primera pareja y Paikerew fue el nombre de su primer hijo.
Con el Pillañ que moraba en el murciélago se unió la decimosexta hija de la primera pareja y Punpingüy fue el nombre de su primer hijo. Así se originaron los linajes.
Otras veces se unieron el primer hombre y la primera mujer y otras veces engendraron por cuatro veces cuatro hijas: y éstas se unieron con los Pillañ y todas tuvieron descendencia. Así se originó el kuηa de Katrüpil, el de MariPillañ, el de MeliPillañ, el de NawelPillañ, el de Pillañpel, el de RayPillañ, el de RanPillañ, el de RumeyPillañ. Otras veces se unieron el primer hombre y la primera mujer y otras veces engendraron por cuatro veces cuatro hijas: y éstas se unieron con la neblina y con las piedras, con la lluvia y con los ríos, con la pluma y con las flores, con el cielo y con las rocas, con el sol y con los ríos, con la tierra y con las frutillas, y todas tuvieron descendencia. Así se originaron los kuηa de Adyentantü y el de Trayllanka, el de Antilef y el de Remulnkoy, el de RayMapu y el de Millalonko, el de Kallfücoy y el de Kintunllanka, el de Katelikán y el de Peranchiguay, el de Kelüfor y el de Millakew, el de Kallfükura y el de Marilawén, el de Weichipirén y el de Kurüpichúñ. Sesenta y cuatro fueron los kuηa del Mapu engendrados por Mareupuantü y Unen Domo.
Así cada una de las hijas de la primera pareja pudo tener su propia descendencia.
Este Pillañ ancestrale es aquello que a veces es representado en la placa inferior de los sikil. Se encuentra en la misma posición de lukutuel, así como aparece en los trarüwe porque en los trarüwe el lukutuel simboliza a la fertilidad y a las secuencia de las generaciones, y por lo tanto al kuηa. Por esto en algunos casos los lukutuel del trarüwe son unidos por una línea.
Los Walicho
Hacia el final del siglo XIX aparecieron unas figuritas antropomorfas fundidas denominadas walicho: son de ambos géneros, con sus atributos sexuales en evidencia. Puesto que al walicho a menudo se le atribuye una valencia negativa, es posible que estas figuras hayan sido utilizadas como «contra» para combatir a los maleficios enviados por algún machi, aunque su lectura sigue controvertida. Sin embargo, en la tradición mapuche nada es plenamente negativo o positivo, pues ambos estados siempre tienen que equilibrarse: por lo tanto, los walicho también pueden tener una connotación positiva.
Ocasionales, bien entrado el siglo XX se hicieron cada vez más frecuentes, figuritas más chicas (altas de 1 a 3 cm.) puestas en pectorales como si fueran pinpin, las de mayor dimensión (altas de 3 a 10 cm.) usadas como broches.
Parecidas a los walicho son también las figuras ápodas asexuadas que «simbolizaban a los espíritus de aquellos que ya habían partido de esta vida, y cuya materialización en la pieza, volvía para proteger a quien la portara. Y se representan así, sin piernas, porque los espíritus no necesitaban caminar para ir de un lugar a otro, tampoco importaba su sexo: las diferencias que hay entre una y otra pieza en las caderas, se debe a distintos criterios artísticos de uno y otro lado del territorio.(Silvia Rinque, Platería Mapuche)
En la figura, Walicho domo y wenthru (Museo de Historia Nacionales , Santiago) y figura ápoda asexuada (autoría desconocida).
El Walicho (o gualicho) es un ser, invisible, que no tiene ni forma ni color, que mora en cualquier lugar, con predilección para las cavidades de las rocas y los renü
«espacios espirituales de instrucción y preparación en cuanto a sabiduría mapuche. La gente antigua cuenta que los antiguos weychafe solían ir a estos lugares para prepararse para el combate. (Llangka Llancafilo)».
Lo indefinido de su morada, hace que sea el espíritu al cual recurre mayormente el wekufe, tanto que a menudo son confundidos y erróneamente creídos un mismo ser: el wecufe es incorpóreo y no posee ánima, pues tampoco es un espíritu, mientras el Walicho tiene existencia material, aunque indefinida, y ánima. Para dañar a la gente, el Walicho toma la forma de algún árbol o roca con formas singulares. Para engañar, puede recurrir a la violencia agresiva y destructora, o bien introducirse en el sentir humano confundiendo los sentimientos de su víctima, haciéndola enamorar de él mismo (engualichamiento). Según dicen algunos machi, para no ser victimados por el Walicho hay que tenerle respeto y cada doce lunas sacrificarle algún animal.
Tal vez, el étimo walicho venga de wall = alrededor, entorno y che = gente (de Esteban Erize, Diccionario Comentado Mapuche-Español, Ed. Peuser, Buenos Aires 1960). El walicho no aparece ni en Luis de Valdivia, ni en Fébres, y puede ser una incorporación relativamente moderna de un espíritu de los tewelches.
Los Pillan nos llevan a un concepto fundamental de la tradición espiritual mapuche pudiendo ser los espiritus que estan en los fenómenos naturales, y también los antepasados, en modo particular los que dan orígenes a los kuηa (linajes). Los walicho son aspecto marginales dentro del feyentun (tradición espiritual). Los Pillan, con nombres diferentes pero con los mismos significados (y a veces con los mismos símbolos) son presentes en toda la cultura animista de origen siberiano: constituyen el aspecto totémico de la cultura animista. Estas son representaciones de Pillan ancestrales en la Siberia central (foto de fines del siglo XIX) y es evidente la semejanza que hay con los mamulche de los cementerios mapuches, que son igualmente representaciones de los ancestros, El sincretismo cristiano està deformando terriblemente a la tradición mapuche y el concepto de Pillan hoy dia es malentendido o hasta desconocido por muchos mapuches.
Dos sikil pertenecientes al Museo Regional de Araucanía, vienen de la colección Oblinovich que se formó en la década de 1950 (pero las piezas pueden ser más antiguas). Segun algunos son sikil fabricados para los coleccionistas, con símbolos fantásticos. Sin embargo, no se excluiría que se trate de representaciones de walicho y que sean sikil realizados para un/una machi.
Los Püron
Pocas personas lo saben, pero también los mapuches usaban los khipu como los incas. Esa forma de escritura es común a muchos pueblos andinos y es seguramente más antigua que el imperio inca.
Los mapuches los llamaban püron y fueron documentados por última vez fue en ocasión de levantamiento de 1881, reportado por Pascual Coña:
«Tüfei taiñ seña, rakin antü mülei tüfa meu, mülei ñi ñampiniengeal tüfachi püron kake antü, kiñelewechi püron meu, fei müleai fücha trawn fillpüle.”
[Esta es nuestra señal, contiene los días contados, hay que deshacer un nudo cada día; el día que queda el último, habrá concentraciones en todas partes.]
A comienzos de 1900, todavía ocasionalmente lo usaban las mujeres mapuches campesinas para anotar el número de animales que tenían y otras cosas.
Ningún püron llegó hasta nuestros tiempos: todos anduvieron perdidos. Sin embargo, hay una roca en Guaiquivilo (cerca de Colbun, Maule) donde grabaron unos püron (en la figura).