Ciprés añejo

Detalle de textura de corteza de ciprés, colono natural de la cordillera.
La corteza de árbol coloca a la naturaleza como uno de los ejes de los relatos, personajes y tradiciones. La textura irregular replica a escala la visión de las quebradas y cañadones del relieve de la montaña.

UNA TRAVESÍA VISUAL POR EL TERRITORIO DE UN CONOCIMIENTO ANCESTRAL

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Selección de textos poéticos de Jorge Sánchez de la sección identificada como “Voces de la cordillera” y que integra la antología organizada bajo el nombre provisorio de “Cenizas en el viento”.
A la fecha la obra permanece inédita.


Las cañas rotas

Había su perfil en otras caras pétreas,
infinito, repetido.
Su gesto esperanzado
en los moais que siempre esperan,
tendiendo su mirada de roca
hacia los dioses ausentes de Rapa Nui.

Había ese rostro entre otras gentes
de vicuñas y soledades,
cuando el yunque inca
bajó por el espinazo del continente,
con la pluma del cóndor, el maíz,
los soles minerales, la Pachamama,
hasta este territorio de lengas.

Había un espíritu de cazador,
inclinado su fervor sobre los rastros,
su trote errante detrás de los guanacos y los choiques,
su flecha siguiendo los corazones en fuga…

Había su voz en los cantos de linaje,
la danza fugaz girando en los fuegos,
el rito propiciatorio;
un canto perdido por su garganta rota,
después del hierro español,
antes del olvido de los hermanos de raza.

Había sus ojos inocentes
de huemul furtivo (la sombra que anida
en los cañadones de quila y monte espeso…)
su mirada era de cuarzo andino,
como era de viento arisco el son de las cañas,
la perdida püfülka,
el antiguo orgullo de la Ñuque Mapu.

(dedicado a Marcelito Ayllapán )


Kultrun

En el cuenco de canelo
la bóveda del cosmos alternativo
se acurruca, se derrama,
diluye la savia perfumada,
con un soplo.

El hacedor de kultrünes sopla un vaho mágico
y con las chaquiras
cae el trino quebrado de los manantiales
y el ojo de cuarzo, abierto
siempre abierto a la esperanza.
Sobre el cuero, con trazos impregnados de zumo añil,
pinta cuatro rumbos: los rastros del choique,
los pilares del cielo,
la cruz diferente…

Cuando la machi entone su pillantún,
por su ronco latido volverán los antiguos,
las voces ancestrales, siempre vivas,
siempre piedra,
nunca arena,
olvido nunca.

El mojón brujo

En el camino de Cura Cautín a Lonquimay
dejó el baqueano guanaquero
un fleco de su poncho, una hilacha, una palabra
en la “piedra del amparo”.

Allí, en la ronda giradora,
la frágil malén inició la cosecha de piñones;
trémula, anudó un rizo de su trenza,
nocturnal y estrellada,
en la rama del pehuén.

(giro y contragiro,
danza de las gentes
de la cordillera…)

En un arroyo sin nombre, entre Trabun-có y Cauiñ-Hué,
quedó preso mi corazón, perdido
en el círculo de los brujos.

(danza y contradanza,
giros del tiempo,
ausencia de las aves…)


Niña campesina

Muchacha tristona, ojos de pudu
como de cerros en lejanía,
aliento de mentas silvestres,
cuerpo mimbreño, de caña-quila,
cintura doblada bajo la nieve.

(Como el arriero eterno
volví a pedir un sueño al guardián
del paso de los viajeros…)

Mi ansiedad de bestia sin reposo danza y tironea
de una cadena de humo y enredadera,
inútilmente.
Mi corazón de cenizas del pehuén
gira en el viento,
polvo de la piedra del amparo,
fatalmente extraviado
en el olvido de su invierno.

Kümei Tripantu

( Kümei tripantu, kümei tripantu,
kümei Mapú, kümei campó…
Rayill ckarkao, rayill charkao,
call ofhisa, fei trokifiñ…) (1)

En el ranchito de cartón y retamo
la viejita María hila.
El huso gira y el vellón se adelgaza
como el hilo de su vida.

La paisana canta y desencanta,
ahuyentando con el humo el hilo de sus penas,
perdidos sus ojos
en un frente azul de cordilleras,
tupido, crecido como un viento ajeno,
que palpita y marea.

(…un recuerdo lejano, sobre un relumbrón de océanos,
las barcas que arrean su rebaño de olas, las barcas con sus redes
preñadas de peces, sal y espumas; las barcas volviendo a Chiloé
por las tardes de arrebatados soles…)
…//

La torterita del huso gira y gira,
dirigido su pulso hacia el centro de la tierra;
la tejedora canta los tayilles que cantaban
otras ancianas cultruneras,
inclinadas sus frentes hacia el este,
bajo la luz del cielo que despierta.

La llama traviesa de su espíritu
conjura un remolino de polen, ceniza y aves;
otra vez es la pastora adolescente
detrás del piño de chivatos, como antes.
Las flores del charkao se envellonan
y deshacen su milagro en el aire.

(1) Traducción aproximada del tayill popular:
(…Buen año, buen año / buena Tierra (Madre), buen campo;
está floreciendo el ckarkao; / vellón de oveja / está pareciendo…)